lunes, 12 de octubre de 2009

La elección de la imagen

¿Realmente uno escoge la imagen que le gusta?

No estoy seguro si fue el 2006 o el 2007 cuando una amiga fotógrafa y yo fuimos a la exposición que presenta cada año el World Press Photo en una de las galerías del Instituto Peruano-Norteamericano (ICPNA) en Lima. En todo caso, recuerdo esa visita porque nunca antes había estado tan de acuerdo con la imagen ganadora, ese año la fotografía le pertenecía a Spencer Platt y había sido tomada en Líbano:

Spencer Platt, Líbano, 2006

Sin embargo, mi compañera no lo creía así. Para ella, la fotografía de Oded Balilty, tomada en Israel, merecía ser la elegida del prestigioso premio para fotoperiodistas.

Oded Balilty, Israel, 2006

Recuerdo este suceso porque hace poco estuve revisando el cuantioso archivo digital que guarda la WPP y traté de hacer un ejercicio de recuerdo y análisis, tratando de explicarme a mí mismo por qué la foto de Platt era mejor para ese momento determinado, en suma, por qué me gustaba más. Como alguien que está cerca a la fotografía desde un enfoque académico, puedo advertir que la pregunta propuesta se presenta con una sintaxis incorrecta. Inclusive, recuerdo haber prohibido a muchos amigos y estudiantes usar la palabra gusto cuando manifestaban su atracción o rechazo a una imagen en un ámbito determinado (por ejemplo, cuando editábamos un trabajo fotográfico). Pero si nos sacudimos del prejuicio políticamente correcto de la rigurosidad teórica, la pregunta es sumamente válida; finalmente, el mundo se mueve por simples gustos.

En nuestra visita a la exposición durante ese año, mi amiga y yo no profundizamos en nuestras opiniones, simplemente asumimos y toleramos en completa armonía nuestras diferencias y a lo sumo soltamos cada uno un "me gusta porque transmite más". Hoy creo que no es así, creo que nuestras opiniones tenían que ver poco con cada una de las fotografías que vimos, creo que tenía que ver más bien con el germen anecdótico (nuevamente), pero no el de la imagen, sino el personal.

¿De dónde proviene cada uno? Mi amiga y yo somos de generaciones diferentes, puedo presumir que su juventud estuvo enmarcada por el período histórico de la búsqueda por la reivindicación social y por la influencia de las ideologías de izquierda latinoamericanas, que estimulaban la empatía por las situaciones en las que el pueblo, débil y oprimido se enfrentaba al sistema fascista, militarizado, sin rostro, mecánico y opresor. Yo, por mi parte, provengo de una generación globalizada y desencantada, cínica y digital. En este contexto -en donde arbitrariamente e intuitivamente he encasillado a mi amiga- creo entender la razón de su preferencia. La imagen de Balilty nos relata -en una acepción similar a la usada por Alberto Manguel en Leyendo Imágenes- esa lucha sin fin y romántica entre el débil y el fuerte en la que, aunque sea por apariencia, vemos como la fuerza y la voluntad de una persona puede detener a esta maquinaria ciega y violenta.

La fotografía de Platt, por otro lado, describe el espíritu más fatuo de nuestros tiempos, porque creo que resume la idiosincrasia de millones de jóvenes que crecieron junto conmigo y que, desde la burbuja segura del bienestar económico, pasean por los callejones oscuros de la guerra y el conflicto. Ellos, impolutos, sexualmente dispuestos y atractivos, acuden al espectáculo del morbo como los niños acuden a ver un ave muerta, tomando fotografías desde un celular para compartir en alguna red social. Siempre seguros, siempre indiferentes.

Desde mi punto de vista esta imagen destapa la profunda crisis del espíritu en el mundo contemporáneo, algo que personalmente no había visto en ninguna otra fotografía. Platt nos muestra el otro lado del mensaje fotográfico, los espectadores de la imagen de guerra, el público que disfruta ante el dolor de los demás. En cambio fotografías como las de Balilty nos han invadido desde siempre, una consigan propia de los fotógrafos con conciencia social. Una muestra:

anónimo, Bratislava, Revista Stern 1968

Stuart Franklin, Plaza Tianamen, 1989

Bernie Boston, EEUU, 1967

Marc Riboud, Washington, 1967

Finalmente, el gusto está determinado por el conjunto de circunstancias históricas personales que nos obligan a escoger una imagen por encima de otra. Es ese recorrido visual de varios años, consciente e inconsciente, el que nos quita la libertad de escoger, solo nos deja esa apariencia.